Hamilton se pasea con un sobresaliente Sainz octavo y un nuevo fiasco de Alonso
Lewis Hamilton dio un golpe sobre la mesa al campeonato del mundo de Fórmula 1. Después del fracaso en Canadá, el piloto británico demostró su supremacía en un Gran Premio de Francia accidentado desde la primera curva y puso el turbo durante 53 vueltas para acabar coronándose campeón en un doble premio al que añadió la consolidación del liderato del Mundial. Carlos Sainz, en una carrera sobresaliente, acabó en octava posición después de soñar con el podio y apalizado por un fallo en la unidad de potencia, mientras que Fernando Alonso finalizó 16º, incluso por detrás de su compañero Vandoorne y en última posición de un fin de semana para olvidar.
En una carrera retrasada por el Inglaterra-Panamá del Mundial de fútbol, un británico quiso demostrar a la FIA que la decisión tomada era buena. Hamilton partía en primera posición y desde la salida mostró una sobriedad que algunos de sus rivales no mantuvieron, perdiendo las opciones de victoria nada más empezar. Bottas y Vettel, segundo y tercero en parrilla, colisionaron en una primera curva asesina y pasaron al vagón de cola junto a un irremediable protagonista, Fernando Alonso, desquiciado con el rendimiento del McLaren y la estrategia de un equipo absolutamente fuera de sí.
Una semana después de su triunfo en Le Mans, Alonso volvía a pilotar en Francia y saborear con amargura la realidad de la Fórmula 1, empeñada en retirar a uno de sus mejores pilotos. El otro integrante nacional, Carlos Sainz, confirmó las buenas sensaciones del sábado con una salida inteligente, prudente y afortunada que le colocó tercero y con posibilidades de soñar aunque fuera por unas vueltas.
Cinco, exactamente, fueron los giros que aguantó Carlos en posición de privilegio y cajón, diez si sumamos a un Safety Car que permitió limpiar todos los trozos de fibra que continuaban en el asfalto mientras pensaba que podría no ser la última vez que hiciera acto de presencia en el Circuito Paul Ricard. La amenaza de lluvia fue anunciada para la segunda mitad de una carrera que podía dar un nuevo vuelco para subir la emoción.
Sebastian Vettel tuvo que agarrarse a la épica y al riesgo más puro en busca de una remontada que le otorgara el podio, y así fue quitándose rivales de encima a la vez que se subía a pianos y escapatorias al borde de la legalidad. La diferencia entre Ferrari –y Mercedes y Red Bull– y el resto de escuderías provocaba que la remontada meteórica del alemán escondiera la debilidad de sus neumáticos, que iba a acabar apareciendo. Los cinco segundos de penalización que le endosó dirección de carrera también iban a torpedear el asalto de, eso sí, uno de los pilotos más meritorios del domingo.
La mala suerte visitó a Sainz
Llegados al ecuador de la carrera, la sucesión de paradas comenzó a descolocar la parrilla de forma momentánea, como un oasis que lo tapó a todos un instante excepto a Hamilton, dictador de una carrera en la que la historia podía discutirse en la lucha por el podio y a partir del séptimo, en la denominada otra liga, pero sin rebatir cuál iba a ser el ganador.
El paseo triunfal de Lewis continuó hasta ver ondear la bandera a cuadros que obligaba al final de una carrera de ensueño para el británico. Con el ’44’ en lo más alto, quedaba por dirimir quiénes serían sus acompañantes en el podio. Haciendo gala de su mayor ritmo y velocidad punta, Raikonnen superó a Ricciardo y a punto estuvo de hacerlo con Verstappen, que con la prudencia como bandera acabó en segunda posición.
Los problemas de Carlos Sainz en el motor empañaron una carrera magnífica del piloto madrileño, que en las últimas vueltas fue adelantado por Bottas y Magnussen hasta acabar octavo y sobreviviendo a los fallos del Renault para puntuar en una de sus mejores carreras como piloto de Fórmula 1. Alonso, absolutamente desesperado y tras intentarlo todo, entró en el pit lane en la última vuelta con muchas cosas que pensar y plantearse.